Llegué con ganas y necesidad de vacaciones y vaya si encontré lo que necesitaban mi cuerpo y mi alma!

En la Lechuga pasé unos días fantásticos, en un entorno maravilloso de naturaleza sanadora, compartiendo con unas personas muy especiales. Volví a mi vida habitual cargada de energía, vitalidad y positividad. Gracias sobre todo a María y Ana, por su buen hacer, su energía y entrega y por el buen rollo que se respira aquí.
En la Lechuga se disfruta de todo: del paisaje, de la compañía, de las actividades, de los descansos, de la comida (indescriptible lo rico que está todo), de los sonidos de la naturaleza y también del silencio interior.

Gracias de corazón por este regalo y hasta la próxima!

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